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Algunos rasgos de la personalidad

Foto del escritor: Sugey UrbinaSugey Urbina



La personalidad, entendida como las diferencias individuales en los patrones de pensamiento, sentimientos y comportamientos, se forma a lo largo de la vida y determina nuestras actitudes y decisiones. Por eso, comprender cómo somos nos ayudará a detectar nuestras fortalezas y puntos débiles, para crecer como personas y mejorar nuestro bienestar y equilibrio emocional.


Apertura a nuevas experiencias

Este rasgo se refiere a nuestro grado de disposición a buscar y vivir nuevas experiencias. Las personas más abiertas a las experiencias son más creativas e imaginativas y normalmente se sienten ahogadas con la rutina, por lo que siempre están a la búsqueda de nuevas ideas. Se caracterizan por su gran curiosidad intelectual, que les anima a investigar sobre una amplia variedad de temas. Sin embargo, en algunas ocasiones esa pasión por la novedad puede llevarles a asumir comportamientos de riesgo o incluso dar pie a problemas y conflictos debido a su constante oposición a las convenciones sociales. 

En el extremo opuesto se encuentran quienes se cierran al cambio. Estas personas suelen sentirse más cómodas dentro de su zona de confort, les gusta seguir meticulosamente sus hábitos y disfrutan de las cosas más sencillas. Prefieren los ambientes familiares a la novedad y son más apegadas a la tradición. Suelen desarrollar un pensamiento más rígido y tienen dificultades para encontrar soluciones originales cuando los problemas demandan un cambio en la manera de pensar convencional.


Responsabilidad / Autocontrol

Este rasgo hace referencia a la medida en que nos centramos en nuestros objetivos y cuán disciplinados somos en la consecución de los planes que nos hemos propuesto. Una persona con un alto grado de responsabilidad tiene una gran capacidad de concentración, reflexiona antes de tomar una decisión y le gusta terminar todo lo que inicia. Se trata de personas puntuales, escrupulosas y concienzudas, que tienen sus metas claras y son perseverantes, si bien a veces pueden llegar a ser muy perfeccionistas y desarrollar una adicción al trabajo.

En el extremo opuesto se encuentran personas más descuidadas en sus tareas, no tienen propósitos de vida tan bien definidos y son mucho más informales. Su principal problema es que suelen dejar a mitad muchos de sus proyectos ya que no suelen contar con el autocontrol y la tenacidad necesarios para llevarlos a buen puerto. Estas personas no suelen ser muy ambiciosas y no se les da bien la planificación, por lo que a menudo pueden dar la impresión de que no se involucran lo suficiente, ni en el estudio, el trabajo o sus relaciones interpersonales.


Extraversión / sociales

Esta dimensión de la personalidad indica el grado en que nos abrimos a las relaciones con los demás y cómo nos desenvolvemos en los contextos sociales. Una persona extrovertida es aquella que disfruta estando rodeada de otros, busca su compañía y se desenvuelve bien en las situaciones sociales. A menudo son personas entusiastas y llenas de energía, que les gusta hablar y buscan continuamente nuevos estímulos sociales.

El extremo opuesto es la introversión, que no significa necesariamente timidez social sino que indica una preferencia por compartir en pequeños grupos y entornos cerrados. Estas personas suelen ser reservadas, no les gusta exponerse y no les agradan las situaciones donde hay bullicio y mucha gente. Normalmente suelen ser más reflexivas y, aunque tienen pocos amigos, establecen vínculos emocionales muy estrechos. Si pueden elegir, escogen los ambientes pequeños y familiares y prefieren escuchar antes que hablar.


Amabilidad

Se refiere a cómo nos relacionamos con los demás. En un extremo de este rasgo de la personalidad suele ser percibida como una persona de confianza. Se trata de personas respetuosas, tolerantes y modestas, dispuestas a ayudar a los demás cuando lo necesiten. También suelen ser personas muy empáticas y asertivas en sus relaciones interpersonales, capaces de captar las emociones y sentimientos de los demás desarrollando una actitud conciliadora.

En el extremo opuesto se encuentran las personas que han desarrollado una actitud más egocéntrica. Estas personas pueden tener dificultades para conectar con los demás y no son muy asertivas en sus relaciones interpersonales. De hecho, suelen ser más arrogantes y menos sensibles, hasta el punto que a menudo son percibidas como más hostiles.


Estabilidad emocional

Este factor de la personalidad se refiere a cómo afrontamos las situaciones difíciles de la vida. Las personas más estables emocionalmente no suelen convertirse en víctimas de sus sentimientos sino que tienen una elevada Inteligencia Emocional. Aunque pueden enfadarse o frustrarse, son capaces de gestionar sus emociones y salir fortalecidas de la adversidad. Suelen reaccionar ante los problemas con gran ecuanimidad, lo cual les permite mantener una perspectiva más objetiva.

Al contrario, algunas personas con suelen vivir en una montaña rusa emocional. Son más propensas a enfadarse e irritarse, así como a sentirse ansiosas o deprimidas. Suelen ser personas nerviosas e inseguras, que reaccionan de manera exagerada ante los estímulos. A menudo también desarrollan una actitud pesimista y puede llegar a ser muy difícil tratar con ellas ya que son muy temperamentales y cambian de humor con facilidad.

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